jueves, 11 de febrero de 2010

Haití : el terremoto afecta a un país que está siendo social y ecológicamente destruido desde hace décadas. Claude-Marie Vadrot

Haití : el terremoto afecta a un país que está siendo social y ecológicamente destruido desde hace décadas

Claude-Marie Vadrot

www.kaosenlared.net/noticia/haiti-terremoto-afecta-pais-esta-siendo-social-ecologicamente-destruid


Ya se ocuparán otros de anunciar las cifras de la nueva desgracia que acaba de abatirse sobre Haití. Yo sólo quiero recordar ahora hasta qué punto esta isla en la que he venido realizando numerosos reportajes periodísticos ha sido destruida social y ecológicamente en las últimas décadas con la complicidad de los EEUU y de la ONU.
Viajando a bordo de una de las avionetas que comunican Santo Domingo con Puerto Príncipe, la capital de Haití, es ocioso que el piloto anuncie la frontera: para comprender que se comienza a volar sobre paisaje haitiano, basta percatarse del momento en que los árboles desaparecen bruscamente. En cosa de minutos, Haití apenas ofrece otra cosa que una sucesión de montes pelados: esta parte de la isla que apenas tiene el tamaño de Bélgica y suma 8 millones de habitantes y que fue otrora conocida como “la perla de las Antillas” se ve desde aire como un mundo lunar surcado por cauces carente de agua cuando no llueve.
El penosos estado de la mitad de la antigua Española viene a añadirse al sinnúmero de desdichas, a los miles de muertos, a los millares de exilados generados por los Duvalier, dictador padre y dictador hijo. Les sucedió Jean-Bertrand Aristide, el cura secularizado que, antes de ser depuesto, llegó a acumular con su abogada y esposa cerca de 850 millones de dólares de fortuna personal, sin duda para “sus pobres” de la Ciudad del Sol, los que le llevaron al poder en los años 80. Haití sufre uno de los medioambientes más degradados de las Américas: uno de los pocos estados del planeta en los que la historia del país se confunde totalmente, y de continuo, con la degradación de la naturaleza y del medio ambiente, porque los sucesores de los chiflados y de los dictadores no lo han hecho mejor.
En la región de Bombardópolis, en el extremo este, los campesinos se han visto reducidos con los años a desenterrar las raíces de los árboles para convertirlas en carbón vegetal. Porque hace mucho ya que cortaron los árboles. Venden este carbón, éste y otro que producen a partir de troncos que van encontrando todavía, para ganarse unas cuantas gourdes, la moneda local sin apenas valor. El grueso de los haitianos, señaladamente en la región de Gonaïves y en el norte, cocina con este combustible la poca comida que le separa de la muerte por inanición. Dos tercios de los haitianos, sobre todo en el norte y en el este, no tienen otra cosa que ese carbón vegetal, vendido a sacos a pie de carretera. La cubierta forestal de Haití se reduce ya a menos del 1% de la superficie.
Los árboles fueron primero víctimas del cultivo de la caña de azúcar y del café; luego, de una exportación incontrolada que enriqueció a la clase dominante y a los norteamericanos. Lo poco que queda, sirve de “leña de fuego”, como se dice en África, o de base para el carbón vegetal. La pugnaz competición que enfrenta a campesinos pobres con campesinos –un millón— sin tierras se solapa con los enfrentamientos entre bandas armadas. Las fuerzas de las Naciones Unidas no han logrado poner más orden en esos problemas que una clase política que, reproduciéndose de forma idéntica lustro tras lustro, ha perdido todo vínculo con una población en situación de abandono: el 1% de la población acapara al menos el 60% de la riqueza de un país abocado a la autodestrucción.
Cada año, lluvias más y más devastadoras a causa de las alteraciones climáticas que multiplican la violencia de huracanes y ciclones se precipitan sobre una superficie incapaz ya de retener tierra cultivable. Las tierras transportadas ni siquiera se detienen ya en los llanos, y ganan la costa: cada año, entre 37 y 40 millones de toneladas de tierra van a dar en la mar, y sólo el 10% del agua de lluvia penetra en el suelo. El resto discurre rápidamente sobre unos suelos encallecidos en la imposibilidad de que la retenga cualquier vegetación. Múltiples consecuencias: la irremediable alteración de los microclimas de la isla, el agostamiento de mantos freáticos vitales, 400 ríos o desaparecidos o con caudales que fluyen apenas unas semanas al año. Como en el caso de la leña, unas hostilidades pseudopolíticas enfrentan entre sí a los campesinos y a los campesinos con los grandes propietarios por el control del agua subsistente: se forman bandas que matan por el control de un simple canal de irrigación. Esta sequía progresiva ha llegado a un nivel inquietante en la segunda mitad de los 90, trayendo consigo la desaparición de los abundantes peces de agua dulce que constituían el alimento básico de muchos habitantes. En la llanura de la Arbonita, hacia el norte, los propios risicultores ya no tienen agua bastante para sus cultivos de arroz.
Una paradoja para un país en el que llueve desde luego mucho durante la mayor parte del año. Y año tras año desaparecen risicultores, porque los EEUU exportan a Haití 250.000 toneladas de arroz norteamericano públicamente subvencionado, y por lo mismo, menos caro que el arroz local que se compra en los mercados.
Cada año, millares de personas pierden la vida a causa de las inundaciones que transforman la menor pendiente en un torrente furioso. Decenas de veces al año, un pequeño viento huracanado que dure media hora basta para que Puerto Príncipe, rodeado de colinas, se vea invadido desde las alturas de la capital por toneladas de detritus que se acumulan en las calles de la baja ciudad, en donde viven los más pobres. En la Ciudad del Sol, el suburbio costero más miserable, el bastión desde el que Aristide lanzó su carrera como sacerdote y luego como político, la densidad demográfica es de 10 personas por metro cuadrado: algunas familias llegan incluso a turnarse para dormir en las chabolas que uno de cada dos huracanes o destruye o inunda.
En este universo ecológicamente catastrófico que, desde 1940, ha perdido dos tercios de sus tierras cultivables la esperanza de vida ha retrocedido hasta los 52 años, lo que se explica, en parte, por una de las mortalidades infantiles –insalubridad mediante— más altas del mundo: 77 por mil. El Sida, desde luego, pero también todas las enfermedades contagiosas posible e imaginables, incluidas las que hace tiempo desaparecieron ya del resto del continente americano. El estado del agua refleja, a la vez, el estado del medio ambiente y el estado de un país, uno de cuyos escritores se preguntaba recientemente “si, a pesar de las apariencias, existe realmente”.
A todas estas desgracias hay que añadir la contaminación atmosférica generada por la circulación urbana de Puerto Príncipe y por las fábricas instaladas en el país, señaladamente alrededor de la capital. No hay la menor legislación reguladora de los residuos lanzados a la atmósfera por las instalaciones industriales. Y causa de eso, y también con ánimo de sacar provecho de una mano de obra más barata todavía que la asiática y de una legislación defiscalizada, muchas empresas norteamericanas e internacionales han instalado plantas de producción en Haití. Contaminan, salvo, claro está, en las zonas altas de la capital, en las que viven, por encima de la nube fétida, los propietarios de unos 4 X 4 con cristales opacos blindados que, bajo la protección de guardias privados, salen de una mansiones que más que villas parecen muchas veces verdaderos castillos. Castillos bien provistos de cámaras de vigilancia…
Dos proverbios haitianos, uno en francés y otro en creole, resumen la situación de un país del que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente dejó dicho en 2003: “El mundo no tienen la menor idea del horror de la situación que se vive en Haití.” El primero: “Un negro rico es un creole, un creole pobre es un negro”; el segundo, en creole: “En Haití es el blanco quien decide”. “Blanco”, en Haití, quiere decir “extranjero”. Nada autoriza a pensar que, desde el punto de vista de la naturaleza y del medio ambiente, lo mismo que desde el punto de vista político, la situación pueda cambiar a corto plazo. Pues, como explicaba un diplomático francés durante una de las numerosas crisis: “Para salir del hoyo hay que empezar al menos a dejar de cavar”. El terremoto no es sino una desgracia más para este pueblo apasionante que se debate entre la desaparición y la muerte.


Claude-Marie Vadrot es un periodista que ha trabajado muchos años para Canard Enchainé y Matin. Ha publicado una trentena de libros sobra la URSS y sobre Rusia. Ha sido profesor de geografía y ecología en la Universidad de París 8-Vincennes.

Los pecados de Haití. Eduardo Galeano

Los pecados de Haití
Eduardo Galeano (1996)


La democracia haitiana nació hace un ratito. En su breve tiempo de vida, esta criatura hambrienta y enferma no ha recibido más que bofetadas. Estaba recién nacida, en los días de fiesta de 1991, cuando fue asesinada por el cuartelazo del general Raoul Cedras. Tres años más tarde, resucitó. Después de haber puesto y sacado a tantos dictadores militares, Estados Unidos sacó y puso al presidente Jean-Bertrand Aristide, que había sido el primer gobernante electo por voto popular en toda la historia de Haití y que había tenido la loca ocurrencia de querer un país menos injusto.

El voto y el veto
Para borrar las huellas de la participación estadounidense en la dictadura carnicera del general Cedras, los infantes de marina se llevaron 160 mil páginas de los archivos secretos. Aristide regresó encadenado. Le dieron permiso para recuperar el gobierno, pero le prohibieron el poder. Su sucesor, René Préval, obtuvo casi el 90 por ciento de los votos, pero más poder que Préval tiene cualquier mandón de cuarta categoría del Fondo Monetario o del Banco Mundial, aunque el pueblo haitiano no lo haya elegido ni con un voto siquiera.

Más que el voto, puede el veto. Veto a las reformas: cada vez que Préval, o alguno de sus ministros, pide créditos internacionales para dar pan a los hambrientos, letras a los analfabetos o tierra a los campesinos, no recibe respuesta, o le contestan ordenándole:

-Recite la lección. Y como el gobierno haitiano no termina de aprender que hay que desmantelar los pocos servicios públicos que quedan, últimos pobres amparos para uno de los pueblos más desamparados del mundo, los profesores dan por perdido el examen.

La coartada demográfica
A fines del año pasado cuatro diputados alemanes visitaron Haití. No bien llegaron, la miseria del pueblo les golpeó los ojos. Entonces el embajador de Alemania les explicó, en Port-au-Prince, cuál es el problema:

-Este es un país superpoblado --dijo--. La mujer haitiana siempre quiere, y el hombre haitiano siempre puede.

Y se rió. Los diputados callaron. Esa noche, uno de ellos, Winfried Wolf, consultó las cifras. Y comprobó que Haití es, con El Salvador, el país más superpoblado de las Américas, pero está tan superpoblado como Alemania: tiene casi la misma cantidad de habitantes por kilómetro cuadrado.

En sus días en Haití, el diputado Wolf no sólo fue golpeado por la miseria: también fue deslumbrado por la capacidad de belleza de los pintores populares. Y llegó a la conclusión de que Haití está superpoblado... de artistas.

En realidad, la coartada demográfica es más o menos reciente. Hasta hace algunos años, las potencias occidentales hablaban más claro.

La tradición racista
Estados Unidos invadió Haití en 1915 y gobernó el país hasta 1934. Se retiró cuando logró sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el artículo constitucional que prohibía vender plantaciones a los extranjeros. Entonces Robert Lansing, secretario de Estado, justificó la larga y feroz ocupación militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma, que tiene “una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización”. Uno de los responsables de la invasión, William Philips, había incubado tiempo antes la sagaz idea: “Este es un pueblo inferior, incapaz de conservar la civilización que habían dejado los franceses”.

Haití había sido la perla de la corona, la colonia más rica de Francia: una gran plantación de azúcar, con mano de obra esclava. En el espíritu de las leyes, Montesquieu lo había explicado sin pelos en la lengua: “El azúcar sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producción. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro”.

En cambio, Dios había puesto un látigo en la mano del mayoral. Los esclavos no se distinguían por su voluntad de trabajo. Los negros eran esclavos por naturaleza y vagos también por naturaleza, y la naturaleza, cómplice del orden social, era obra de Dios: el esclavo debía servir al amo y el amo debía castigar al esclavo, que no mostraba el menor entusiasmo a la hora de cumplir con el designio divino. Karl von Linneo, contemporáneo de Montesquieu, había retratado al negro con precisión científica: “Vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas”. Más generosamente, otro contemporáneo, David Hume, había comprobado que el negro “puede desarrollar ciertas habilidades humanas, como el loro que habla algunas palabras”.

La humillación imperdonable
En 1803 los negros de Haití propinaron tremenda paliza a las tropas de Napoleón Bonaparte, y Europa no perdonó jamás esta humillación infligida a la raza blanca. Haití fue el primer país libre de las Américas. Estados Unidos había conquistado antes su independencia, pero tenía medio millón de esclavos trabajando en las plantaciones de algodón y de tabaco. Jefferson, que era dueño de esclavos, decía que todos los hombres son iguales, pero también decía que los negros han sido, son y serán inferiores.

La bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. La tierra haitiana había sido devastada por el monocultivo del azúcar y arrasada por las calamidades de la guerra contra Francia, y una tercera parte de la población había caído en el combate. Entonces empezó el bloqueo. La nación recién nacida fue condenada a la soledad. Nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía.

El delito de la dignidad
Ni siquiera Simón Bolívar, que tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el reconocimiento diplomático del país negro. Bolívar había podido reiniciar su lucha por la independencia americana, cuando ya España lo había derrotado, gracias al apoyo de Haití. El gobierno haitiano le había entregado siete naves y muchas armas y soldados, con la única condición de que Bolívar liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le había ocurrido. Bolívar cumplió con este compromiso, pero después de su victoria, cuando ya gobernaba la Gran Colombia, dio la espalda al país que lo había salvado. Y cuando convocó a las naciones americanas a la reunión de Panamá, no invitó a Haití pero invitó a Inglaterra.

Estados Unidos reconoció a Haití recién sesenta años después del fin de la guerra de independencia, mientras Etienne Serres, un genio francés de la anatomía, descubría en París que los negros son primitivos porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene. Para entonces, Haití ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares, que destinaban los famélicos recursos del país al pago de la deuda francesa: Europa había impuesto a Haití la obligación de pagar a Francia una indemnización gigantesca, a modo de perdón por haber cometido el delito de la dignidad.

La historia del acoso contra Haití, que en nuestros días tiene dimensiones de tragedia, es también una historia del racismo en la civilización occidental.

viernes, 5 de febrero de 2010

LECTURA Nº 6. Roberto Carballo Cortina “Ciencia y Método”

LECTURA Nº 6. Roberto Carballo Cortina “Ciencia y Método”

La ciencia pretende explicar la naturaleza y así servir de base para la actuación progresiva que lleve al ser humano al ideal de libertad. Pero la ciencia tiene un problema: establecer qué es lo científico. Los neopositivistas (Popper) establecen que sólo son ciencia las ciencias naturales y los marxistas (G. Longo) que la ciencia es ciencia porque explica la realidad a través de ella misma. Roberto Carballo, por su parte, se declara partidario de una definición más abierta de Ciencia, aquella que tenga como base la consciencia, la sistematización y la autolimitación.
La ciencia, en la actualidad, es empleada como un instrumento de dominación de la sociedad. En parte, porque:
- La ciencia está al servicio de una minoría y aislada de la generalidad social.
- L@s científi@s explican sus paradigmas empleando un lenguaje incomprensible.
- La ciencia ofrece respuestas diferentes para culturas y grupos de personas diferentes y en épocas diferentes.
Frente a esta situación se plantea la idea de que la ciencia ha de servirle todos los ser humano; para así, emprender acciones colectivas progresivas destinadas a conducir a la humanidad al ideal de libertad. Ciencia-Progreso, por tanto, son cuestiones unidas la una a la otra.
Se han tratado de establecer criterios para establecer qué es “lo científico”; la necesidad de demarcarcación tiene raíces psicológicas (la búsqueda de seguridad) y consecuencias sociales regresivas (dogmatismo). Sin embargo, cada vez más se afianza la convicción de que:

- No existen “ciencias” sino “teorías científicas”
- La disección y/o separación entre concepción del mundo como un no-saber y ciencia como conocimiento, es más un esfuerzo analítico y teórico que un problema real.
- La ciencia asienta su desarrollo sobre la base de un método en constante proceso de transformación.
- La ciencia, está influida por la ideología y las circunstancias del investigador. Esta influencia es mayor en las ciencias sociales y económicas en particular.

En la metodología científica se acepta que existen cuatro etapas de la investigación:

1. Descripción.
2. Clasificación.
3. Explicación.
4. Verificación.

El investigador a de poseer cuatro cualidades a su vez:
1. Espíritu de observación y capacidad de abstracción.
2. Fantasía creadora e intuición.
3. Habilidad formalizadora manual.
4. Ser consciente de su propia ignorancia y ansiar la búsqueda de la verdad.

Hay que hacer una distinción formal de los métodos científicos de investigación y exposición/explicación.
- La investigación abarca todo el proceso del conocimiento.
- La explicación solo será posible una vez concluida la etapa de la investigación.
A través de la investigación podemos realizar un análisis empírico de la realidad objetiva que nos permita formular una hipótesis que explique la totalidad de los hechos de una forma lógica y coherente. Sólo después podremos exponer científicamente, reformular la primera hipótesis, enriqueciéndolas y acercándolas a una explicación más científica.

LECTURA Nº 5. GinoLongo “El mecanismo de la investigación científica”

LECTURA Nº 5. GinoLongo “El mecanismo de la investigación científica”

Esta tercera lectura hace un recorrido del desarrolla de la labor de investigación científica, dividiéndolo en varias etapas:

1. Observación, selección y análisis de los hechos más significativos.

2. Formulación de una hipótesis, que explique los hechos de forma coherente.

3. Comprobar que las hipótesis corresponden a la realidad de los hechos, a través de una nueva observación de la realidad y profundizar en el análisis de los hechos.

4. Modificar o sustituir la hipótesis en función de los resultados obtenidos a través de la investigación.

Dos consecuencias del proceso de conocimiento:

- El/la investigador/-a antes de poder utilizar los resultados de las investigaciones hechas por otr@s ha de tener elaborado como mínimo el embrión de la investigación.
- Tod@ investigador/-a ha de crear por sí mism@ el aparato conceptual que necesita, debido a la evolución histórica a la que está sometidos tanto los conceptos como las ideas.

Toda ciencia tiene un objeto de investigación en concreto y utiliza un determinado método de investigación, aplicar un determinado método da a cada etapa de la investigación una visión de conjunto del sector de la realidad que constituye su campo de investigación, una determinada visión científica de la realidad. El método es esencial en la investigación científica.

jueves, 4 de febrero de 2010

LECTURA Nº3. Manuel Sacristán, “¿Qué es una concepción del mundo?

LECTURA Nº3. Manuel Sacristán, “¿Qué es una concepción del mundo?


Esta lectura analiza el Anti-dühring, texto escrito por Engels en el último tercio del s.XIX. En el se enfrentan las ideas filosóficas de la concepción del mundo con el conocimiento científico-positivo (propio del materialismo)

Se plantea la no existencia del conocimiento objetivo ya que este, está influido por cada una de las concepciones/percepciones que del mundo tiene cada sociedad y/o individuo.
Tipos de concepciones:
1) Concepciones filosóficas del mundo.
2) Concepciones científico - positivas, caracterizadas por la intersubjetividad y la capacidad de posibilitar previsiones exactas; aportando, así, seguridad a las explicaciones a cerca del mundo que antes no se tenía.

Engels opta por este último tipo de concepción ya que la metodología analítico-reductiva llevada a cabo por la ciencia positiva implica una reducción a factores simples y homogéneos, tiendo incluso a obviar factores cualitativos para limitarse en relaciones formales. Este modelo de concepción tiene bastante éxito y permite tener nociones claras, preguntas exactas y formación de conceptos más adecuados.

Según Manuel Sacristán, la concepción marxista no es una filosofía sino una concepción del mundo que se sostiene en las ciencias reales. Con ello lo filosófico no es superior a la ciencia sino que es una inspiración para investigar y reflexionar.

LECTURA Nº 1. Gino Longo “Características del conocimiento científico” en Manual de economía política.

LECTURA Nº 1. Gino Longo “Características del conocimiento científico” en Manual de economía política.

¿ Qué es ciencia? Según J. Schumpeter “ es ciencia cualquier tipo de conocimiento que haya sido objeto de esfuerzos conscientes para perfeccionarlo. Estos esfuerzos producen hábitos mentales- métodos o técnicas- y un dominio de los hachos descubiertos por esas técnicas”
Para Logo: definición superficial, puramente empírica, habría que profundizar en las características de lo que se entiende por conocimiento. Por tanto,

1) El conocimiento debe dar una descripción de la realidad y explicarla.

2) La explicación de la realidad a de ser objetiva, sin añadir elementos externos o explicaciones que no pertenezcan a ella. Por esto, la ciencia más que explicar el mundo debe comprenderlo.

¿Cómo se ha explicado el mundo real a lo largo de la hª? (Hegel):
- Atribuyendo a los fenómenos causas y relaciones fantásticas.
- Hipotetizando sobre causas y relaciones reales.
- Conociendo las relaciones que se establecen objetivamente entre los fenómenos de la realidad.

3) El conocimiento nunca puede considerarse un fin en sí mismo. Sin embargo, un buen conocimiento de la realidad nos proporciona las herramientas para poder modificarla. El hombre desea conocer el mundo para poderlo modificar según sus necesidades.

Pensamiento y Acción / Conocimiento y Praxis.
- La ciencia nunca tiene como objetivo la praxis porque su meta es la cognición. Por eso, los resultados se van a valorar por su correspondencia con la realidad y no por su utilidad. ¡
- El conocimiento de la realidad es lo que prepara al hombre para actuar. La acción es el último fin del conocimiento.
- La praxis es una acción colectiva por la naturaleza social del hombre y la investigación tiene carácter individual ya que los hombres no pueden coordinar los pensamientos.
- La persona de ciencia no debe preocuparse por las consecuencias prácticas de la investigación si quiere tener éxito, estas no debe obstaculizar su investigación.



A la pregunta: ¿La realidad objetiva puede ser explicada a partir de ella misma sin la interferencia de elementos extraños? Y, a la afirmación: El/la científic@ no puede ser un individuo de acción, sin embargo, la persona de acción sí que se basa en su propio, o ajeno, conocimiento científico. Sólo me queda continuar reflexionando … En principio podría decir que tanto la pregunta como la afirmación beben de una misma manera de percibir la realidad, a mi parecer, a través de estancos separados, sin relación. Igualmente pienso que la subjetividad es inherente al ser humano, así que cual sea la actividad que realice, ya sea de pensamiento o acción, estará empapada de ella.

Poema Africano

ÁFRICA

África mi África
Africa de los fieros guerreros en las sabanas ancestrales
África que canta mi abuela
a la orilla de su río lejano
yo nunca te conocí
pero mis ojos están llenos de tu sangre
tu buena sangre negra a través de los campos extendidos
la sangre de tu sudor
el sudor de tu trabajo
el trabajo de la esclavitud
la esclavitud de tus niños
África dime África
es tuya esa espalda que curva
y se acuesta bajo el peso de la humildad
esa espalda trémula a rayas negras
que dice sí al látigo sobre la ruta del Mediodía
entonces gravemente una voz me contesta
hijo impetuoso ese árbol robusto y joven
ese árbol allá abajo
espléndidamente solo en medio de las flores blancas y marchitas
es el África tu África
que contesta pacientemente obstinadamente
y cuyos frutos tienen poco a poco
el amargo sabor de la libertad



David Diop nació en Burdeos en 1927, de padre senegalés y madre cameruniana.